jueves, 9 de diciembre de 2010

Nada tienen de especial...

Nada tienen de especial
dos mujeres que se dan la mano
el matiz viene después
cuando lo hacen por debajo del mantel.

Luego a solas sin nada que perder
tras las manos va el resto de la piel
un amor por ocultar
y aunque en cueros no hay donde esconderlo
lo disfrazan de amistad
cuando sale a pasear por la ciudad.

Estas palabras que seguramente os suenen a muchos de vosotras y vosotros pertenecen a la canción “mujer contra mujer” publicada por el grupo de pop español MECANO en 1988. Y las traigo hoy a mi blog porque me resulta sorprendente escuchar, últimamente con demasiada frecuencia, a algunos políticos y periodistas afines a otros partidos e ideologías políticas comentar cómo, si llegan al Gobierno de la Nación, derogarán, entre otras conquistas sociales, la Ley de matrimonio entre personas del mismo sexo.
“Mujer contra mujer” fue todo un fenómeno social por ser la primera canción que hablaba abiertamente sobre la homosexualidad y defendía la libertad sexual y el derecho a elegir una opción sexual distinta, que no diferente, de la convencional. De hecho, fue nº1 en países como Francia e Italia y todo un referente en países sudamericanos donde la homosexualidad estaba incluso penada por ley.
Sin embargo, pese a que la sociedad española ya había madurado a finales de los 80 lo suficiente para asumir y reivindicar un trato justo para quienes toman esta opción, hemos tardado casi 17 años en reconocer los derechos que tienen las personas que eligen compartir su vida sentimental y sexual con otra de su mismo sexo; porque no olvidemos que toda persona, por el mero hecho de serlo, tiene dignidad y no será su orientación sexual la que le desprovea de ella.
Por eso, a pesar de todos estos años en los que ha habido infinidad de personas luchando por conseguir la igualdad y el reconocimiento justo de quienes sólo pretenden vivir y tener las mismas opciones y oportunidades que el resto de ciudadanos; aún hoy, hay quienes siguen martilleando las bases de la igualdad social para acabar derribando lo que tantos años se ha tardado en construir y que hace de nuestra sociedad una sociedad más justa e igualitaria.
Es por todo esto, y ante las continuas amenazas que escucho con preocupante asiduidad en los medios, por lo que desde mi humilde situación como ciudadano quiero alzar mi voz para apoyar a quienes sólo quieren ser felices y disfrutar de su vida sin ser prejuiciados ni sentenciados por aquellos que se creen libres de todo pecado.

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